sábado, 7 de noviembre de 2015

La decisión: Valentía y responsabilidad



Cada problema que enfrenta el ser humano lo hace pararse frente a dos alternativas: Solucionarlo u obviarlo. La última implica hacerse de la vista gorda, no prestarle la debida atención, con lo cual el individuo tarde o temprano terminará por enfrentar las peores consecuencias por no haberle hecho frente a su problema. 

Como se mencionó en el artículo "El problema, una oportunidad", cada realidad compleja conserva unas características que definen el grado de su complejidad y relación con terceros o con situaciones de la vida. 


Ahora bien, enfrentarse a un problema implica de una serie de acciones estratégicas e inteligentes: 

1. Reconozca el problema. 
Asuma que algo en su vida no anda bien, que no está como usted lo pensaba y que debe prestarle atención. 

2. Analícelo. 
Implica indagar en las causas de ese problema, en sus características, a quién perjudica, a quién beneficia, y cuáles consecuencias podrían surgir si no es resuelto a tiempo. 



3. Piense en alternativas
Plantee una serie de opciones por las cuales puede solventar el problema y especialmente indague qué pasaría si adopta cada una de ellas por separado. 

4. Ejecute
Ponga en práctica la decisión que estudió previamente a detalle, y hágalo con absoluta seriedad, responsabilidad, conciencia, respeto y convicción ética. 

5. Mida los efectos
Se trata de revisar los resultados de esa acción adoptada, de mirar qué se resolvió, hasta dónde, si cumplió o no con el propósito inicial, si alguien salió afectado o beneficiado, si existió correspondencia entre sus principios y la ejecución de esa decisión, incluso en esta etapa existe la posibilidad de remediar esa acción.



El cumplimiento de todas estas etapas por parte del ser humano lo convierten en un individuo valiente y con buen sentido de la responsabilidad, porque aun cuando la decisión no haya sido la mejor, implica ser responsable y poseer valentía para posicionarse frente al problema y tratar de resolverlo. Además, el ciudadano debe asumir cada una de las etapas mencionadas anteriormente con humildad, con conocimiento de cada característica del problema, con ética por cumplir con lo que cree está bien o debería estar mejor. 

  




La moral, una aliada de la autoestima

La moral viene integrada por el conjunto de principios y valores que son inculcados en el ser humano desde su nacimiento, incluso desde su gestación en el vientre materno, ya que desde esa etapa aun cuando el feto no conoce de filosofía de la vida, posee una serie de sensaciones innatas y estímulos frente a movimientos corporales y en especial como consecuencia de lo que la madre le va transmitiendo con cada palabra y gesto que le realiza a su barriga. 

Desde allí surge el primer valor que es el apego y sentido de pertenencia o supervivencia mediante el contacto con la madre a través de la lactancia, de los gestos que tanto ella como el padre y familiares le dan una vez ha nacido y es motivo de alegría entre sus seres cercanos. 




Una vez que el niño va creciendo comienza a adquirir principios básicos, por medio de la educación y orientación de sus padres, como la necesidad de hablar, de escuchar, de reír, al ritmo del aprendizaje fisiológico que le imprimen sus necesidades básicas, como ir al baño, comer, asearse, socializar, entre otras. 

Ya al crecer, viene la presencia de la formación y educación que dan desde los padres, familiares cercanos hasta la que imparten en la escuela. El respeto, el amor, el cariño, la sinceridad, responsabilidad y compromiso son algunos de los valores y principios que el ser humano va asumiendo y que a su vez van conformando la moral que lo asistirá hasta su muerte. 




La moral finalmente se expresa cuando el individuo actúa en cada aspecto de la vida de acuerdo a lo que le fue inculcado como valores y principios. La imposición de la moral es ese accionar que corresponde con todos esos sentimientos y actitudes desarrolladas a lo largo de su vida. 

La moral llega a ser una aliada de la autoestima debido a que cuando el individuo corresponde sus acciones con su pensamiento y personalidad, es decir, cuando existe esa congruencia psicológica o racional, se crea esa satisfacción mental por tomar decisiones de acuerdo a su moral, lo que representa un impulso a la alta autoestima, porque el ser humano se siente logrado, feliz, con tranquilidad por el cumplimiento de acciones o metas. 




La moral está estrechamente relacionada con la ética porque el accionamiento de los principios y valores en cada comportamiento convierte al ser en un ciudadano ético, ya que cumple con su razón de ser, con su filosofía de vida. 

El problema, una oportunidad

Cada situación de la vida viene acompaña de problemas, de realidades complejas, de situaciones que no fueron planificadas y que de alguna forma amenaza con desviarnos de las metas ideadas. Los problemas son factores que perturban la tranquilidad, la paz o sosiego del ser humano, los cuales pueden generar además emociones negativas como rabia, odio, ansiedad, estrés, entre otros. 

La naturaleza de los problemas viene dada por las características en sí de cada situación compleja. Los problemas pueden presentarse en cada ámbito de la vida: personal, familiar, amoroso, académico y laboral. Pueden ser provocados por uno mismo, por terceros o simplemente por escenarios que surgen en cualquiera de los mencionados ámbitos. 




Los problemas surgen inicialmente como la manifestación de algo que no está según lo que concebimos como bien, pero que si no son atendidos y resueltos a tiempo, pueden convertirse en verdaderos dolores de cabeza que podrían causar daños fatales e irremediables. 

Sin embargo, el problema es una oportunidad. El propósito de este escrito para el blog Decisiones y Moral es expresar y hacer conciencia en torno a la figura de los problemas. Es necesario citar un viejo y conocido principio de la vida que dice "no se preocupe, ocúpese". 




De eso se tratan los problemas; de ofrecerle al ser humano una oportunidad -pintada de problema- para descubrir y desarrollar habilidades que le permitan estudiar situaciones complejas y plantea alternativas para resolverlas. Más allá de esa posibilidad que otorga la presencia de un problema es darse cuenta que un problema nos exige hacerle frente a una realidad y trazarnos un reto que implique autoridad, raciocinio, poder de decisión y actitud frente a las consecuencias del problema. 

El problema es una oportunidad porque una vez enfrentado, incluso aún no resuelto, nos convierte en seres responsables, valientes y conscientes porque no cualquier es capaz de parársele de frente a las realidades complejas para buscarle solución. 

El problema es una oportunidad porque una vez resuelto el ser humano se da cuenta que posee las herramientas psicológicas para poder enfrentarse a ese tipo de situaciones, lo cual enriquece la autoestima, la personalidad y dota al individuo de mayor seguridad y confianza frente a la vida.